Consecución de despedidas

Nos despedimos en silencio, otra vez, sin saber si volvería a verle. Con una sonrisa pintada en los labios y una tristeza escondida en la mirada, esa que no sabe si habrá otra próxima vez en la que mis ojos le vuelvan a ver. 
Pero cuando me había alejado lo suficiente como para ya echarle de menos, giré mi cabeza, necesitaba volverlo a ver, mirarle mientras me alejaba, y al ver sus ojos advertí la misma pena, las mismas ganas de no decir adiós. Pensé en correr hasta él, abrazarlo fuerte y quedarme ahí, así no habría próxima vez, habría siempres. Pero me contuve, me marché, con una duda infinita de si lo volveré a ver. Sara ct.

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