Archie Smith, niño maravilla

UN CUARTO PROPIO

Relato libre, con ilustración, título y primera frase: «Una vocecita, preguntó:  ¿Es él?.» .

Archie Smith, niño maravilla

Una vocecita preguntó: ¿Es él?.
– Sí, contesto Ernest.
– Es él, contesto,  cuando por fin pudo articular palabra.
Durante unos minutos  había permanecido quieto, estático, sorprendido al tener delante de él a ese niño al que habían estado buscando durante tantas lunas.

Aquella historia traía a Archie de cabeza, no lograba saber si esa luz que su mano desprendía, solamente por las noches, era pura imaginación, o brillaba de verdad. Sólo duraba unos segundos, pero cada vez que se iluminaba le venían a su mente esas imágenes.  Nunca se lo había dicho a nadie, tal vez solo era el reflejo de un sueño.  La duda de si era sueño o realidad siempre estaba en él, por eso dejaba la ventana abierta de su habitación cada noche, para que si realmente era real, volviera a pasar.

Aquel día, dejó entreabierta su ventana, miró al cielo, algo llamó su atención, apenas había luz en él. Permaneció quieto mirando hasta que el cansancio pudo con él y quedó completamente dormido sobre su cama.

– Sí, si, es Archie, repitió Ernest, con una enorme sonrisa en su boca.
– Despertémosle , Zanna, rápido, hay prisa por llegar.

Apenas pasaron unos segundos y ya estaban lejos,  lejos de esa acogedora habitación. Sobrevolaron durante un largo tiempo pequeños pueblos, oscuros bosques y enfurecidos mares, hasta llegar a aquella luz que por momentos parecía perder intensidad,  que se movía continuamente de un lado a otro, haciéndoles cambiar el sentido de su vuelo una y otra vez.  Archie, no paraba de hablar, estaba nervioso, sorprendido, alucinado, dentro de su mente se repetía la misma frase una y otra vez, es real, es real.
Cuando traspasaron aquella leve luz, logrando por fin llegar a su difícil destino, todo comenzaba a desaparecer en una tenue y avanzada oscuridad, todo se apagaba a cada rápido paso.
– A prisa Archie, dijo Ernest, no hay tiempo, nos están esperando, mientras que tiraba de él, ayudándole a salir de su ensimismamiento. Archie todo lo miraba, todo lo quería tocar, coger, probar, oler. Todo era nuevo, distinto, tan diferente a lo que estaba acostumbrado que no podía dar un paso en el que algo no le dejará completamente alucinado.
– Venga?¿, ya tendrás tiempo, repitió esa dulce y aterciopelada voz de Zanna.
– Vamos?¿, volvió a repetir Ernest, aún queda camino y no sabemos cuánto les queda?, por lo que corrieron, volaron, y volvieron a correr hasta llegar a ese lugar en el que les esperaban, allí, apenas ya se veía nada.

Archie despertó aquella noche, cuando aún no había amanecido, aún seguía cansado, sus ojos no podía abrir, cuando logró abrirlos vio que de entre sus sábanas salía una tenue luz, metió su cabeza bajo éstas y pudo ver como su mano desprendía destellos luminosos. En ese momento dio un salto enorme, salió de la cama y fue corriendo a mirar por su ventana, que aún permanecía abierta.
 -Era real, es real le dijeron aquellas dos vocecitas de Ernest y Zanna, sonando al unísono, contestando con ello la pregunta que él repetía de forma incesante.
– Archie nos has salvado, grito Zanna, lo volviste a hacer, has conseguido ayudarnos a arrancar la enorme roca que bloqueaba el acceso a nuestro polvo mágico,  que nos da vida, que nos da luz, sin ella el cielo se habría apagado, las estrellas perderíamos poco a poco resplandor, habríamos desaparecido para siempre.
Archie al oírlos, volvió su cabeza para mirarlos, observarlos y tocarlos, sabiendo que no era un sueño.  A la vez que  estos daban saltos, vueltas y gritaban, viva Archie!! viva Archie!!, el  niño maravilla.

Sara ct.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *