Porque la vida pareció encontrarnos antes de conocernos, buscarnos sin habernos visto antes y mirarnos a los ojos por primera vez, y por mi parte, parecer que la conocia de algo, de antes, de siempre, y por lo tanto eso hizo sentirme más que segura aquel primer día, y escuchar la charla como si ya la hubierá escuchado antes, dejandome oír cosas que decia no su voz, sino sus manos, sus gestos, su mirada…unidas por una misma lucha, impotentes ante tanta cosas que no tienen explicación en la vida. Y ahora estoy aquí, un par de meses alejada de aquel encuentro, sentada en mi pequeña cocina, con mi hijo sobre mis piernas, alargando ese momento de desayuno en el que parece que se frena el tiempo, y en el Marcos, espera impaciente a que abra tu libro «El más hermoso de los milagros y otros cuentos de mujeres», y comience la lectura. Leo en voz alta, muy despacio, y de forma clara, uno de tus cuentos, elegido al azar, de este bello libro que no he dejado de acariciar desde que Paqui, tu amiga, la cual el destino también quisó ponerla en mi vida, me lo dejará, para leerlo, para leerte Paz. Recuerdo sus palabras «leelo, te gustará», que ahora recobran otro sentido y veo más que acertadas. He esperado el tiempo suficiente y he buscado el momento perfecto para leerlo, ni demasiado sola, ni demasiado triste, poco a poco, amanecer a amanecer, cuento a cuento, historia a historia, pues encierran mucho dentro. Confieso que he parado mi lectura muchas veces, por no poder seguir leyendo. En esos momentos que han sido suficientes, me apoyada en la espalda de mi hijo, para que no viera, que trás mi silencio algo más largo que el un punto y aparte, resbalaban lágrimas por mis mejillas, su impaciencia rompia el momento con su voz, que me decía:- Sigue leyendo mamá!!. Hoy he puesto punto y final a esas historias, una tras otra: La de Maribel. El tío Angel y su secreto. La de la niña Lola, la que siempre ríe y poco llora. La historia de Gala sobre el cielo y sus avisos de lo bueno, de lo malo. Leticia y su perfume inconfundible e inolvidable, a pesar de los años. Ulises, Elias, Petra,… Hoy acabé, «la despedida», era el último cuento, el destino ha querido que así sea, y con su final, se han cerrado las solapas de este libro que no olvidaré por las miles de cosas que me ha aportado y por los momentos que con él he vivido. Gracias Paz Martín-Pozuelo Campillos por escribirlo, y gracias Paqui Silva G de León, por hacer posible más que un encuentro y de esta lectura no una cualquiera. Cómo siempre recomiendo su lectura. Sara ct.